16 de enero de 2012

RENTABILIZAR LA DESCONTAMINACIÓN


Investigadores elaboran un proyecto para eliminar los fosfoyesos y obtener beneficios con la venta de subproductos

ABC - Andalucía

La eliminación de las balsas de fosfoyesos, 120 millones de toneladas, que se han venido formando desde hace décadas y que ocupan una superficie de 1.200 hectáreas de las marismas de Huelva, junto al Polo Químico, es posible y además incluso rentable. Y en una doble vertiente, la medioambiental, al conseguir la captura de 30 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), y la económica, dado que durante su tratamiento se obtendrían una serie de productos susceptibles de ser comercializados, como el sulfato sódico, la portlandita o la calcita.

A esta conclusión ha llegado un grupo de investigadores de las universidades de Sevilla, Huelva y Cádiz, así como del CSIC, entre los que se encuentra Luis Esquivias Fedriani, catedrático de Física de la Hispalense. Son los diseñadores de un plan que se puede considerar revolucionario, y que de llevarse a la práctica solventaría, como mínimo, un grave problema medioambiental.


El proyecto se va a remitir al Ministerio de Industria y a la Consejería de Economía y se trata de una tercera vía a las dos opciones que en estos momentos se defienden sobre el futuro de los fosfoyesos: el cubrimiento con calcita importada y vegetación, como prefiere la Junta, o el traslado y confinación, según propone el Ayuntamiento de la capital onubense.

Nuevo plan


La iniciativa de los investigadores plantea una nueva alternativa para el desalojo y/o reciclado de los fosfoyesos, residuos de la industria de producción de ácido fosfórico que se ha apilado desde 1968, en enormes balsas a pocos km del centro la ciudad de Huelva. Estos residuos contienen trazas de metal y radionúclidos.
El el equipo que hace esta propuesta ha diseñado «una tecnología para reutilizar estos fosfoyesos para el secuestro mineral de CO2». Los experimentos se han realizado en laboratorio, con éxito, «y ahora habría que pasar a las palas y a las hormigoneras, a una planta con toberas, cintas sin fin, a la gran tecnología», señala el profesor Esquivias Fedriani.
De forma muy esquemática, la idea consiste en mezclar in situ el fosfoyeso de las marismas con sosa cáustica, por millones de toneladas, con lo que se obtiene sulfato sódico, solución acuosa que al filtrarse deriva en la portlandita o cal apagada. Este último material, si permanece al aire en ambiente húmedo y a través de la captura del dióxido de carbono se transforma en calcita o mármol en polvo , con la que, si se quiere, pueden cubrirse los fosfoyesos. El sulfato sódico puede emplearse como materia prima o aditivo en diversos procesos industriales (celulosa, vidrio, detergente). Y la calcita tiene aplicaciones en la construcción, subraya Luis Esquivias.
Si, por el contrario, lo que se prefiere es trasladar el fosfoyeso mezclado con sosa, puede hacerse en hormigoneras, de forma que durante el viaje hasta el lugar de destino (una corta minera, por ejemplo, ) el material se iría mezclando con el CO2 ambiental hasta convertirse en calcita. «Sería un material inerte y estable, que podría emplearse para construir una carretera», explica.

Precios

Todo este proceso, que se prolongaría durante varios años, absorbería 30 millones de toneladas de CO2. Y en el plano económico, los cálculos de los investigadores ofrecen resultados positivos. Tendrían que utilizarse 55 millones de toneladas de sosa, con las que se producirían 98 millones de toneladas de sulfato sódico y 67 millones de toneladas de calcita. Actualmente, el precio del sulfato sódico es de 80 euros la tonelada. y el de la calcita 200 euros la tonelada. «Esta segunda parte es la que nos abarata el proyecto», asegura el catedrático de Física.

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